FORMAS DE VIDA

BUDISTA EN OCCIDENTE

Artículo cortesía de www.budismo.com

Es debido a un accidente de la historia que, durante muchos, años el modo predominante de ver al budismo en Occidente se ha basado en un modelo de la vida budista que tiene su mejor ejemplo en los theravadines de Sri Lanka y del sureste asiático.

Muchos budistas que son de la escuela del Theravada theravadines consideran que pertenecen, no sólo a la tradición budista más antigua, sino también a la más “pura” y, puesto que muchos de los primeros estudiosos del budismo dieron esto por hecho, contemplaron los desarrollos que ocurrieron en otras partes del mundo budista necesariamente como degenerativos.

 

Ha cambiado la forma de evaluarlos

A medida que los occidentales han ido aprendiendo más acerca del budismo en general, aquella opinión ha ido perdiendo crédito. Sin embargo el modelo de vida budista que ejemplifica el enfoque theravadín sigue ejerciendo cierta influencia normativa. Para muchos occidentales (y, ciertamente, para muchos asiáticos) el verdadero budista es el monje que viste el manto azafrán.

 

Dos modelos de vida

Desde esta perspectiva, el mundo budista se divide en dos actores principales: los monjes y los laicos.

 

Monjes o laicos

Los monjes son los “profesionales” espirituales que llevan el estilo de vida que se prescribe con gran detalle en los libros canonicos del Vinaya, el código monástico. Son célibes, no pueden manejar dinero, no deben comer después del medio día, tienen muy pocas pertenencias, llevan la cabeza rasurada, visten mantos de cierto diseño y llevan a cabo determinados rituales con regularidad. Si hacen todo eso de un modo correcto, entonces los laicos consideran que son dignos de apoyo. Por el otro lado y con mucha frecuencia, la principal práctica espiritual de los laicos consiste, sencillamente, en dar respaldo material a los monjes. No se espera de ellos un profundo conocimiento de la doctrina, ni una práctica de meditación regular.

Cómo se fundamenta

Este modelo de vida budista de “dos líneas” se funda, de manera característica, sobre la creencia de que la ordenación monástica formal, como ahora la conocemos, la estableció el mismo Buda; que fue él quien enseñó (o aprobó) personalmente el código monástico y que él mismo fue un monje en un sentido similar al de aquellos que adoptan la forma actual de ordenación monástica. (Vea, ‘On the Validity of Bhikkhu Ordination in Theravada’, en The Forest HermitageNewsletter, Abril de 1994).

Posible influencia del Brahamanismo

Sin embargo, la erudición budista contemporánea ( Vea Reginald Ray, Buddhist Saints in India, Oxford University Press, 1995; y Sangharákshita, Was the Buddha a Bhikkhu?, Windhorse Publications, 1994.) sugiere que el estilo monástico formal basado en el Vinaya que conocemos ahora se desarrolló muchos años después de la muerte del Buda. Algunos académicos suponen que el insistente interés de los monjes por la pureza del ritual surgió, desafortunadamente, por su necesidad de competir con el brahmanismo ortodoxo y afirman que su manera de percibir el laicismo como de un nivel inferior, en comparación con los monjes, “más puros”, podría ser, incluso, un reflejo del sistema de castas de los brahmanes. (Damien Keown, ‘History, Holiness, And Hagiography: A New Hypothesis About Indian Buddhism’, en Critical Review of Books in Religion, 1995).

Muchos diversos modos de abordar la práctica en el mundo budista

Además, el modelo theravadín es sólo uno entre muchos modos de abordar la práctica budista. El Zen japonés y las tradiciones de la Tierra Pura, por ejemplo, sustentan un extenso número de “monjes” casados. Tal ves si los primeros estudiosos occidentales interesados en el budismo se hubieran encontrado primero con la tradición tibetana Nyingmapa, donde hay tantos maestros de enorme reputación que están casados, la imagen que Occidente ha recibido del budismo sería más amplia.

Los primeros Occidentales

A principios del siglo XX, los pocos occidentales que se decían budistas, que deseaban comprometerse de un modo más profundo con las enseñanzas y basar su vida en ellas, tenían apenas la opción entre adoptar una u otra de las formas asiáticas existentes. Algunos fueron a Japón y se entrenaron en monasterios zen. Otros se aventuraron en el sur y el sureste de Asia y recibieron la ordenación como monjes theravadines o, bien, exploraron en el Tíbet, Nepal y el norte de la India en busca de las enseñanzas del vajrayana.

De los 60s al presente

Sin embargo, a partir de la década de los 60, esto comenzó a cambiar. Se había alcanzado una masa de interés crítica y había suficientes maestros budistas presentes en Occidente como para que aquellos que tuvieran un genuino deseo de conocer y practicar las enseñanzas no se vieran en la necesidad de irse de sus países de origen. Podían aprender todo cuanto requirieran conocer justo aquí, en Occidente y eso fue lo que emprendieron con gran voluntad numerosas personas.

Adaptaciones “conservadoras”

Durante los últimos 30 años o más el proceso de “translación” ha ido al mismo ritmo. Se han formado diversos grupos budistas y unos cuantos de ellos siguen ahora exactamente las mismas formas que aquellos que se encuentran en los países de Asia. Al mismo tiempo la mayoría de ellos ha traducido los elementos de la liturgia a un lenguaje local y ha simplificado algunas de sus formas rituales.

Otras formas de adaptación en Occidente

Son muchos los que han ido aun más lejos. La mayor parte de los grupos budistas occidentales sostienen vínculos formales con tradiciones, escuelas o sectas existentes en Asia. Algunas, como Sokka Gakai Internacional (SGI es una organización budista de Nichiren, cuya estructura organizacional está muy centralizada. Sus principales dirigentes están en Japón) son, en efecto, las ramas occidentales de organizaciones centralizadas en Oriente. Otras más, como la Insight Meditation Society, en Estados Unidos, mantienen apenas una tenue relación con sus antecedentes asiáticos, a medida que van adaptando más y más su enfoque a las condiciones occidentales.