LITERATURA DE LA PERFECCIÓN
DE LA SABIDURÍA
Artículo cortesía de www.budismo.com
Según la tradición, la literatura de la Perfección de la Sabiduría emana del Buda Shakyamuni, el cual comprendió que sus enseñanzas no eran adecuadas para los hombres y mujeres de su época, por lo que poco antes de su parinirvana, o fallecimiento, le encomendó su cuidado a las nagas.
Las nagas
En la tradición budista, las nagas comparten algunas características con los dragones de Occidente: son longevos, sabios y se desempeñan como guardianes de tesoros. Las nagas viven en el fondo de los océanos, y fue precisamente en su reino acuático en donde se conservaron las enseñanzas de la Sabiduría. Varios siglos más tarde, uno de los personajes más importantes de la historia budista –Nagarjuna– se acercó a la orilla de cierto lago y recibió las enseñanzas de la Sabiduría Perfecta, entregadas por una princesa naga.
Cuando surgieron
Las primeras enseñanzas de la Perfección de la Sabiduría aparecieron alrededor del 100 AEC, y los textos básicos atravesaron un periodo de desarrollo de doscientos años. Los más antiguos probablemente sean el Astasahasrika o Perfección de la Sabiduría en 8,000 líneas y el Ratnagunasamchayagatha, su contraparte en verso (son versos sobre el almacén de las virtudes preciosas).
Su diseminación por oriente y fase de expansión
Durante los siguientes doscientos años, los libros de la Perfección de la Sabiduría alcanzarían una gran popularidad, tanta que comenzaron a extenderse mucho; uno de los textos llegó a tener hasta 100,000 líneas.
La expresión de la sabiduría se hace más simple: fase de contracción
Los dos siglos siguientes (aproximadamente del 300 al 500 EC) vieron a estos textos diseminarse por toda la India y llegar hasta China. En esta nueva fase los textos se fueron haciendo cada vez más concisos, y entre éstos se incluyen dos de las obras budistas más importantes y famosas: el Sutra del diamante Vajrachchhedika Paramita y el Sutra del corazón Hridaya Paramita en sánscrito
Fase de contracción llega su limite
Para el año 700, el proceso de contracción había alcanzado su límite. Existe una «Perfección de la Sabiduría en unas cuantas palabras» que se indica para los «torpes y estúpidos». ¡Incluso existe la «Perfección de la Sabiduría en una sola letra»! Por cierto es la letra «A», que en sánscrito es un prefijo negativo. Pareciera que el texto señala que cualquier cosa que se piense, como sea que se intente describir al mundo, deberá antecederse por la palabra «no». De cualquier forma que tratemos de explicar el universo, la Realidad no es eso. La Perfección de la Sabiduría niega rotundamente que se pueda aprehender la Realidad con una torpe red de palabras y conceptos, disolviendo todos nuestros prejuicios.
Solemos decir que somos de cierta edad, sexo, nacionalidad, ocupación y demás. La «Perfección de la Sabiduría en una sola letra» niega que seamos alguna de estas cosas. Basta decir que son la pirita de las descripciones convencionales, no el oro de la Realidad.
La forma de ver a la sabiduría también cambió
También durante este periodo ocurrió algo excepcional: la Perfección de la Sabiduría comenzó a cambiar por la influencia del Tantra. Aquella literatura de paradojas intransigentes y sutilezas intelectuales logró transformarse. De ser un rayo intelectual que destrozaba toda conceptualización que encontrara a su paso, renació como diosa de la sabiduría y como mantra. Al examinar de cerca este extraordinario «cambio oceánico», podremos comprender el enfoque tántrico hacia la auto-transformación.
Como hemos visto, el Tantra siempre se preocupa por la experiencia directa. Más que negar palabras y conceptos con la esperanza de que logremos trascenderlos, emplea un enfoque distinto: pretende ayudarnos a dejar atrás las conceptualizaciones, haciéndonos entrar en un reino imaginario. Entramos a un reino de luz y viajamos en un reino dorado. En este reino arquetípico nos enfrentamos de cara con la Sabiduría, de la manera más atrayente que nos podamos imaginar.
Por los tiempos de Carlomagno, en Oriente surgió la figura de Prajnaparamita (Sherapkyi Pharoltuchinma en tibetano) como diosa de la Sabiduría. Presentaba formas distintas: en ocasiones dorada, en otras blanca; aparecía con dos, cuatro o seis brazos, o incluso (sobre todo en Kampuchea) con once pares de brazos e igual número de cabezas.
Popular como “diosa” India
Con el tiempo apareció en Japón, la isla de Java, Kampuchea, China y el Tíbet; sin embargo, los tibetanos ya estaban enamorados de Tara, por lo que en esta región su culto nunca alcanzó gran popularidad. Pero fue sobre todo en la India donde se manifestó la diosa Prajnaparamita. Incluso se llegó a erigir una gran estatua en su honor en el Pico del Buitre, en Rajgir, lugar en el que el Buda ofreció numerosos discursos.
Ocaso de Prajnaparamita en India
Aunque la India fue un gran centro de devoción de Prajnaparamita, cuando los musulmanes abatieron el budismo en aquel país, su culto desapareció casi por completo. Debido a que los musulmanes destruyeron monasterios, demolieron estatuas y quemaron libros de manera sistemática, la diosa de la Sabiduría se vio en la necesidad de ocultarse.
Renació en Occidente
Fue sólo hasta el siglo XX, en gran parte debido al trabajo de un solo hombre, que la diosa logró resurgir en muchas distintas regiones. La gran obra del erudito alemán, el Dr. Edward Conze, consistió en traducir prácticamente todos los textos de la Perfección de la Sabiduría al inglés. Gracias a sus esfuerzos, la diosa puede transitar libremente entre nosotros una vez más.
Aunque el culto de Prajnaparamita sobrevivió y continuó fuera de la India, su presencia se había debilitado tanto que, tras arduos trabajos de investigación, el Dr. Conze sólo llegó a contar menos de cincuenta íconos de la diosa. Desde entonces por lo menos un ícono más logró salir a la luz. Hace algunos años un equipo de filmación se dirigió a Tholing, al oeste del Tíbet, con el propósito de grabar las extraordinarias pinturas de uno de sus templos, que hasta entonces habían sido ignoradas. Algunas estaban tan bañadas en polvo que fue imposible reconocerlas. El equipo grabó el cuidadoso proceso de limpieza de polvo de uno de los murales anónimos, y al tiempo que fue desapareciendo la suciedad, apareció la exquisita imagen de la diosa dorada.