OCASO DEL BUDISMO EN LA INDIA

Y SU EXPANSIÓN EN OCCIDENTE

Artículo cortesía de www.budismo.com

Ocaso del budismo en la India y su expansión en Asia

Entre los años 900 y 1100 el budismo desapareció en la India casi por completo, debido a las invasiones de los musulmanes, que destruyeron gran cantidad de monasterios y universidades budistas y masacraron a infinidad de monjes.

También hubo otros factores que contribuyeron a su decadencia. Se había creado un sistema muy centralizado y los enormes complejos monásticos no habían anticipado que serían destruidos por medio de la fuerza. Los monjes dependían del apoyo de poderosos benefactores y habían perdido contacto con la gente de las aldeas. El hinduismo se encontraba profundamente arraigado y pudo soportar mejor la hostilidad de los musulmanes. Sin embargo, mucho antes de su desaparición en la India, el budismo se había extendido en diversas direcciones. En el siglo III antes de nuestra era se había convertido en la religión oficial de Ceilán y, a partir de allí, se había extendido hacia el sur y el este, popularizándose en Tailandia, Birmania, Camboya e Indonesia, en su forma theravada. En la actualidad, el “camino de los mayores” es todavía la principal tradición espiritual de esas regiones.

La rama mahayana se extendió hacia Asia Central, a través de los Himalayas e ingresó al vasto imperio chino. De allí se llegó a Mongolia, Corea, Japón y Vietnam, con lo que se convirtió en la rama más extendida de la tradición

La propagación de la rama vajrayana siguió un trayecto similar al del mahayana. Alcanzó los Himalayas, el Tíbet, China, Mongolia y Japón, aunque por su avanzada forma esotérica no abarcó tantos adeptos como el mahayana.

El budismo en Occidente

El budismo se empezó a conocer con seriedad en Occidente durante el siglo XIX. Algunos exploradores occidentales percibieron que esta tradición tenía algo importante que ofrecer, como lo expresa el poema de Sir Edwin Arnold, “La Luz de Asia”. La mayoría de los autores que escribían sobre budismo lo hacían con un interés académico. A los eruditos les atraía el planteamiento analítico y racional de la escuela theravada del sudeste de Asia y les interesaba en especial el hecho de que basara sus enseñanzas en una colección de escrituras tan cercanas a las palabras del Buda. Estos eruditos consideraban que el theravada era el budismo “auténtico” y, por lo tanto, calificaban al mahayana y el vajrayana como corrupciones posteriores. Desde su perspectiva, estas desviaciones habían dado demasiadas concesiones a los aspectos emocionales de la naturaleza humana.

Durante la primera mitad del siglo XX el budismo theravada continuó siendo la forma más conocida y respetada en Occidente. Sin embargo, se empezaron a conocer otras tradiciones que llamaron mucho la atención. En la segunda mitad del siglo XX se popularizaron más ciertas escuelas, como el zen japonés (mahayana) y el budismo tibetano (una rica mezcla de tradiciones mahayana y vajrayana, que además reconoce el valor de las enseñanzas preservadas por el theravada).

El budismo adquiere un nuevo aspecto y una especial importancia

Gran parte del interés que surgió fue puramente intelectual y aún hay muchos budistas occidentales “de biblioteca”. No obstante, existe un creciente número de practicantes budistas en diversos países de Occidente. Se han construido templos, monasterios, centros públicos y centros para retiros budistas en Europa y América. Algunos provienen de las escuelas orientales tradicionales, pero también se creó, entre otros, el movimiento de los Amigos de la Orden Budista Occidental, que no está vinculado con ninguna forma cultural oriental en particular y que ha contribuido a expandir el budismo en Occidente.

Parece que el budismo ha llegado a este lado del mundo para quedarse. Los problemas más importantes con los que se enfrenta nuestra sociedad no son de tipo material. Contamos con suficientes bienes y se controlan los recursos naturales para diferentes usos. Hoy en día, nuestros problemas son, principalmente, de tipo mental, emocional y espiritual. Éstos tienen sus raíces en el corazón y la mente de los seres humanos y sus efectos alcanzan dimensiones globales. Nuestra raza ha alcanzado tal poder que si no tratamos de erradicar la avaricia, el odio y la ignorancia, fuerzas que controlan gran parte de nuestras actividades, es probable que convirtamos este bello planeta en una tierra estéril y que, en ese proceso, nos destruyamos a nosotros mismos.

El cambio empieza desde el corazón de cada individuo

Cabe pensar que el desarrollo de una nueva perspectiva espiritual, basada en la tradición budista, puede contribuir a prevenir esa catástrofe. Sin embargo, quizá sea prematuro suponer que el budismo es una solución para los problemas del mundo. En las últimas décadas, las enseñanzas y prácticas budistas han causado una impresión muy positiva en muchas personas. Han mostrado un nuevo conjunto de valores, así como las pautas para el establecimiento de relaciones interpersonales más armoniosas, pero antes de que podamos arreglar al planeta tenemos que prestarle atención a esa pequeña parte de la cual somos responsables: nuestra propia persona. Es en este nivel, el del ser humano individual, donde el budismo puede tener un impacto notable en Occidente y en todo el globo actual.

Fuente: Chris Pauling (Vadanya), Budismo. Fundación Tres Joyas.